He probado unos de los últimos televisores de Sony y he llegado a la conclusión de que mis ojos y mis oídos necesitaban un cambio en casa.
Hace unos días debatíamos en la redacción de Computer Hoy sobre la necesidad de actualizar nuestros dispositivos electrónicos. No por falta de rendimiento ni mucho menos por necesidad, sino por estar a la última en todo lo relacionado con la tecnología. Qué menos siendo redactores de este sector.
La duda que planteamos es si, a pesar de tener en nuestras manos smartphones, auriculares o smartwatches más nuevos que los que utilizados a nivel non-public, conviene cambiarlos solo porque son modernos o por el easy hecho de estrenar tecnologías que facilitan su uso.
Hasta ahora estaba convencida de que no y hablo por mi televisor, un Philips que me acompaña, por lo menos, desde hace una década. La de historias que ha visto pasar por delante esta pantalla y la de capítulos de sequence infinitas que me ha proporcionado noche tras noche me llevaban a pensar que nunca sería un buen momento para decirle adiós.
Me equivocaba y
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