🔴 >> Un profesor advierte: “En tiempos de IA, el pensamiento crítico puede marcar la diferencia en el futuro de nuestros hijos”

🔴 >> Un profesor advierte: “En tiempos de IA, el pensamiento crítico puede marcar la diferencia en el futuro de nuestros hijos”

Estilo de vida

El profesor Héctor Sanz reflexiona sobre la la importancia del pensamiento crítico en tiempos de IA, recordsdata superhighway y bulos. Aprender a hacer preguntas puede convertirse en la llave para el futuro de los niños

La filosofía es esencial para el desarrollo del pensamiento críticoeen la infancia.

Fotografía cedida por Smartick

El equipo de Smartick se lanzó a la piscina para ofrecer al mundo algo que hoy es, quizá, más importante que nunca: una educación basada en el pensamiento crítico y la filosofía. El equipo llevaba años investigando y dando forma a este proyecto que, sí, utiliza las pantallas para convertirlas en aliadas, y no en enemigos, del desarrollo de los más pequeños.

A través de su aplicación, los niños pueden aprender a distinguir un buen argumento, entender qué son las falacias y profundizar en algunos diálogos filosóficos con Socra-tick. Es así como un grupo de licenciados en filosofía, matemáticas y pedagogía buscan democratizar la filosofía, tan esencial como cualquier otra disciplina, entre los más pequeños. Uno de ellos es Héctor Sanz, profesor, matemático y experto en filosofía. Con él hablamos de la importancia del pensamiento crítico, de la filosofía y del buen uso de las pantallas cuando tratamos la educación de los peques de la casa.

Pensamiento crítico para peques ¿Por qué es importante que nuestros hijos aprendan a desarrollar su pensamiento crítico?

Fomentar el pensamiento crítico en nuestros hijos es clave porque los hace menos manipulables. Les da herramientas para detectar sesgos, contrastar fuentes y pedir evidencias, de modo que puedan tomar sus propias decisiones libremente, al tiempo que les enseña a asumir las consecuencias de estas con responsabilidad. Además, el pensamiento crítico determina cómo aprendemos el resto de las cosas.  

La infancia es un periodo clave para el desarrollo del pensamiento crítico.

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-Aprender es mucho más que memorizar…

En efecto, no es suficiente memorizar datos, sino que hace falta preguntar, conectar y verificar. Sin pensamiento crítico solo se puede acceder a un conocimiento superficial y frágil. Y en tiempos de inteligencia synthetic, con contenidos generados a demanda y la desinformación más sofisticada a flor de piel, esta habilidad marca la diferencia, no solo en el día a día, sino también en el mundo laboral. Para que tengan criterio propio y sean menos manipulables.

-¿Y cómo se forma ese criterio propio?

Pues les enseñamos a distinguir la relevancia de los datos en un argumento, qué es causalidad y qué es efecto, qué son las falacias, cómo se usan para tratar de manipularnos en un debate. Además, les introducimos en las grandes preguntas que se ha hecho la filosofía desde siempre, porque creemos que conviene que sepan que eso es lo que nos hace humanos.

Esto último lo conseguimos con un pequeño robot, Socra-tick, que llega a la tierra y lanza preguntas a cada niño sobre qué es la amistad, qué es el interés y les plantea dilemas, para que se den cuenta también de que el mundo no es blanco y negro. En una época tan polarizadora, creemos que enriquece el aficionarse a hacer preguntas, a cuestionarse a sí mismos, que sepan pensar por ellos mismos, en definitiva, y no limitarse a repetir argumentos que les dan otros. También es bueno introducirles a las figuras de los grandes pensadores y lo hacemos a través de unos cómics. 

Filosofía en tiempos de IA -¿Por qué es importante que nuestros hijos aprendan filosofía?

Porque la filosofía enseña a pensar bien sobre lo que de verdad importa. Ayuda a nuestros hijos a formular buenas preguntas, a argumentar con razones y a distinguir hechos de opiniones. Les da un marco para explorar valores (justicia, libertad, bien común), comprender puntos de vista distintos y dialogar con respeto, habilidades esenciales para convivir y para participar como ciudadanos. También mejora la comprensión lectora, la escritura y la capacidad de concentración: analizar un texto, definir conceptos y construir un argumento fortalece todas las materias. Y, además, alimenta la creatividad: pensar “¿y si…?”, abre caminos en ciencia, arte y emprendimiento. 

-Actualmente, hay mucha alerta con uso de las pantallas, pero vosotros habéis intentado convertir lo que parece desventaja en una ventaja. ¿Qué riesgos supone el uso sin supervisión de las pantallas y cómo podemos convertirlas en aliadas?

Es cierto que últimamente se está alertando sobre el uso de las pantallas. Y con razón: sin supervisión pueden exponer a los niños a contenidos de baja calidad, publicidad invasiva, riesgos de privacidad y, en casos extremos, contenidos dañinos. No obstante, lo importante no es la pantalla en sí, sino lo que se hace con ella.  

La pantalla se puede utilizar para desperdiciar horas en vídeos irrelevantes, o puede ponerse al servicio de 15 minutos diarios de retos de pensamiento crítico que les ayude a que abran su mente. Ahí está la clave: educar su gusto digital, enseñándoles que la tecnología es una herramienta maravillosa para ampliar conocimiento. Y hay que acompañarlos en ese camino. 

Las pantallas pueden ser aliadas cuando limitamos su uso al recomendado y enseñamos a consumir con criterio digital.

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-¿Qué valor cobra todo esto para el futuro profesional de nuestros hijos ahora que la IA amenaza con cambiarlo todo?

La IA nos da respuestas consensuadas, aprendidas. No va a darnos nunca nada nuevo e innovador, eso va a salir siempre de la mente de un humano. Y cualquiera que haya estudiado un poco sobre creatividad y curiosidad sabe que, además de conocimientos, hace falta cultivar ese gusto por hacer preguntas relevantes.

Esa capacidad de conectar información aparentemente inconexa y hacerse preguntas es ya una de las habilidades más apreciadas. Es un tiempo fascinante en el que nos ha tocado vivir, poder enseñar a los niños aspectos de la filosofía de Platón a través de las pantallas. Que sepan que la tecnología ha evolucionado mucho, pero las grandes cuestiones siguen ahí. 

Pensar juntos -¿Hay otras técnicas que podamos aplicar en casa para ir fomentando cada vez más esto del pensamiento crítico? 

Claro. Los diálogos socráticos no es algo que solo puedan hacer los profesores. Nosotros podemos preguntarles todo el rato cómo han llegado a esa conclusión, de dónde han sacado esos datos, si es algo que de verdad piensan ellos o es lo que escuchan a su grupo, si están tomando una decisión por sí mismos o porque se lo dicen otros. Es enseñarles a tener un sano escepticismo, a argumentar con buenas razones. Las posibilidades son infinitas. Les podemos poner dilemas de algún tipo también, para ver cómo razonan.  

Para aprender a pensar en familia basta con hacernos preguntas que nos obliguen a usar el pensamiento crítico. 

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-¿Qué otras claves importantes darías a los padres sobre educación tras la experiencia que habéis acumulado con vuestra metodología?

Tras casi 15 años acompañando a much de familias, hemos aprendido que lo que mejor funciona es easy y constante:

Establecer una rutina breve diaria en un entorno sin distracciones, con objetivos claros y solutions inmediato. Normalizar el error como medio para aprender. Conversar después sobre lo trabajado para afianzar y trasladarlo a la vida proper.   En estos años, hemos visto una enorme diversidad entre niños de la misma edad, por eso es clave adaptar la dificultad al nivel de cada uno —tanto para quien necesita refuerzo como para quien avanza más rápido o tiene altas capacidades— y usar los datos para ajustar, no para comparar.

Igual que muchas familias dedican gran esfuerzo al deporte, merece la pena cultivar el hábito del entrenamiento intelectual con la misma naturalidad: lectura diaria, buen sueño, horarios regulares y entrenamiento intelectual marcan la diferencia; y la autonomía guiada (que planifiquen, se equivoquen y asuman responsabilidades) multiplica resultados. En síntesis: constancia, foco, personalización y conversaciones con sentido, convierten cualquier metodología —la nuestra incluida— en un motor de progreso sostenido.

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